lunes, 9 de diciembre de 2024

Solo quería bailar



 "Tener el poder de leer el pensamiento es agotador. Yo no lo tengo, pero con solo imaginar que alguien oye lo que a mí me retumba me canso. Me consume mi propio sistema. La mentalista que se tope conmigo muere. Escucha un microsegundo de to esta paranoia cansina y cortocircuita, catapum, al hoyo, por listilla, por ir leyendo la mente de las demás. Manolete pa qué metes. Está claro que sufro de palabrería grave y severa y sin remedio alguno. Tengo reúma mental"

Solo quería bailar, Greta García


    Así empieza Greta García su primera novela, su debut novelístico. Y lo hace por la Puerta Grande (emulando el símil torero). No hay muchas novelas que me sorprendan, pero siempre llega alguien que, ¡zas!, te deja boquiabierta. Desde las primeras páginas, sabes que te has convertido en esa mentalista que la autora presenta al principio, la que va a escuchar la paranoia de la protagonista, y, ¡ojo! en su idioma, que no es poco. No vais a encontrar aquí nada académico ni políticamente correcto. La puntuación es la de su pensamiento: ágil a ratos, errático, a veces, clarividente, siempre. En sevillano, además. Es la jungla, la desesperación de un corazón partío, y no tanto de amor, que también, sino de hartazgo, de humillaciones, y de sinsentidos. La burocracia, la jeta del gremio, la ignorancia y la mala suerte son algunos de los elementos que llevan a Pili, la Pili, heroína donde las haya, a darle la vuelta a su mundo. Mundo de mierda. Bailarina y terrorista. Generosa e hijaputa. En fin, que no quiero revelar secretos narrativos, así que solo puedo decir: "Leedla, malditos, que os hará bien"


GRETA GARCÍA (Sevilla, 1992) 

EDITORIAL TRÁNSITO



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